Con Chicho Ibañez Serrador

Tiene una voz pausada de narrador de cuentos, de maestro consejero. Las paredes de su despacho dan testimonio de su vida y sus pasiones; carteles de sus obras de teatro, algún diploma de reconocimiento y multitud de fotografías de sus compañeros, los rodajes, su familia... Retazos de una larga historia que comenzó cuando a los 11 años debutó como actor. Llegó a España desde Argentina en 1963 avalado por su experiencia como guionista, director y realizador en América e introdujo en TVE el terror y la ciencia ficción. Es responsable de programas como Historias para no dormir, Historia de la frivolidad, Luz roja, Waku Waku, y de 1,2,3... responda otra vez, el concurso de mayor éxito de nuestra televisión, con mas de 20 millones de espectadores.

¿Como surge la idea de 1,2,3... responda otra vez?
Fué un encargo de TVE. Apoyado en otros concursos que había hecho en América cogí tres mecánicas y lo llamé 1,2,3. Luego le puse unos aderezos que no se habían puesto hasta ese momento; que alguien estuviera contra los concursantes como Don Cicuta, unas azafatas que no había habido hasta entonces y menos con minifalda, que estuviese a mitad de camino entre un show y un concurso... Mi padre me aconsejó que no lo hiciera, porque era estropear toda una carrera, por eso no aparecí en los títulos de crédito  de los primeros programas.

¿Le llamaron para ser director de programas de TVE en 1974?
Sí, era un época de apertura política y había que cambiarlo todo. Me dieron un despacho con baño y dormía en el sofá porque había que poner 32 programas diferentes en el aire en menos de 2 meses. Lo dejé cuando esa apertura dejó de existir, volvimos hacia atrás, me sentí inútil y me fui.

Su producción literaria ha sido enorme, ¿alguna historia se ha desarrollado en el ámbito militar?
Lo que más se acerca tiene que ver con la marina. Nieto Antuñez, el almirante que fue ministro de Marina, me encargó un corto para concursar en un festival en Versalles. Le dieron un premio y a mí la Cruz del Mérito Naval.

Es un hombre de gran autoridad ¿espíritu castrense?
Totalmente. Creo en la necesidad de una disciplina. Todos trabajamos mejor cuando nuestro superior sabe exactamente lo que tenemos que hacer. Yo digo, en términos castrenses, que me precio de ser una magnifico coronel pero necesito un general. Si es bueno, respondo bien; si no, me pierdo.

¿Cree que en la televisión todo está inventado?
Hace mucho tiempo. Lo que siempre está por inventarse es un programa de cualquier género pero muy muy bien hecho, entonces parece diferente.

Pero usted siempre ha tratado de hacer cosas nuevas.
Sí, siempre he procurado hacer cosas que no se hayan hecho con gente que no se haya visto.

¿Qué opina del Ejército?
Estoy absolutamente en contra de cualquier tipo de guerra. Si los ejércitos son necesarios para la paz, bienvenidos sean, pero si eso hace que la guerra sea posible... Creo que los ejércitos deben ser como los antibióticos, que bien usados te quitan las enfermedades y mal usados, por exceso, hacen que los virus o las bacterias se inmunicen contra el propio producto y ya no sirvan para nada.  Me da miedo la carrera de armamentos y siempre he estado a favor del orden pero no de la guerra, guerras que he vivido. Yo he estado en Vietnam, y el horror es tanto, que lógicamente ya no puedo estar a favor de ningún tipo de guerra. No estoy en contra de que existan los ejércitos, que me parecen necesarios, pero cuando la balanza se desequilibra es muy peligroso.

¿Recuerda anécdotas de su época como corresponsal de guerra?
Era la 1ª Guerra entre Israel y Egipto. Yo escribía para la Nación de Buenos Aires e iba al frente en bicicleta. Como el frente era el Sinaí, te pasabas sin darte cuenta de un bando a otro. Una vez, empezaron a caer proyectiles y ví como un soldado egipcio saltaba por los aires y, no por valiente, que no lo soy, sino porque cada vez que ocurre algo muy gordo a mi alrededor me parece que yo soy el que observa y no el que vive la escena, evacué a ese soldado, sentado en el sillín de mi bicicleta, hasta el primer puesto de socorro egipcio. Aquel no era momento para condecoraciones así que me dieron un rifle con mira telescópica que luego regalé.

¿El público tiene la televisión que quiere?
La audiencia es quien programa la TV, de tal manera que si un programa de calidad carece de ella, es malo. Por el contrario, uno burdo, chabacano que tiene mucha audiencia es considerado un buen programa porque desde el punto de vista material es el que hace elevar la cuota de pantalla, es el que trae la publicidad a ese canal pero que por supuesto no eleva la calidad, la inteligencia.

Tras 40 años de profesión, ¿qué es para usted el éxito?
Es éxito es mantenerse, que el público te busque durante un tiempo. Nada puede decirse que es un éxito con menos de cinco años de duración. Si tiene menos es como una cosecha de vino nuevo que está muy bien ese año pero que a lo mejor el que viene ya no se puede beber.