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Berriak

lunes 28 de abril de 2014

Zenbakia: 01

Semana de supervivencia en bosque en la Sierra de Almijara.

Semana de Supervivencia

Semana de Supervivencia

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Semana de Supervivencia

Semana de Supervivencia

Semana de Supervivencia

Del 23 al 27 de abril en la Sierra de Almijara en Granada ha tenido lugar otra nueva fase del Curso de Supervivencia en la naturaleza cuyo objetivo es la educación medioambiental y el conocimiento de técnicas elementales de supervivencia que permiten comprender la relación entre el ser humano y el medio físico donde habita.

Este tipo de actividades se desarrollan desde el año 2000 en el marco de colaboración Universidad de Granada – MADOC. Después de todos estos años se ha logrado la consolidación del modelo con buena aceptación de la comunidad universitaria que siente que adquiere habilidades en estrecha convivencia personal y a veces con cierto grado de incertidumbre en cuanto al medio natural y que en la superación de las dificultades encuentran gratificantes experiencias.

En esta ocasión han sido 41 alumnos que llenos de dudas sobre las actividades que iban a desarrollar se subieron en un autobús el día 23 del que se bajaron en medio de ninguna parte (en el kilómetro 17 de la carretera de la Cabra) para continuar andando con todo su equipo a cuestas el buen trecho que les separaba de La Resinera de la Almijara. Allí tomaron contacto con el difícil y apretado arte de la cabuyería, aprendiendo a hacer los nudos más elementales, también recibieron sus dosis de adrenalina descendiendo precipicios con la técnica del rapell. Con las estrellas en el cielo esa noche se desplazaron hacia la zona del Barranco sobre el rio Bacal donde pasaron la noche en el refugio que cada uno tuvo que hacerse a oscuras con su correspondiente poncho.

A la mañana del día siguiente, con las primeras luces, se puso en pie el campamento para afanarse en la construcción de un refugio de fortuna con lo que la naturaleza ofrecía, también los somnolientos alumnos tuvieron que construir una cabaña con los mismos materiales y un horno múltiple en donde habrían de cocinar los restantes días tortas de pan, ahumados de carne y otros condumios. Divididos en equipos, dos personas de cada uno se fueron a recoger los recursos que el campo les regalaba, volviendo y habiendo aprendido a identificar las Collejas, el Diente de León, Espárragos, Yanten (Plantago mayor), Romero, Mejorana y Hierbabuena. También los abnegados educandos tuvieron que fabricarse sus cacharros de cocina empleando latas. Tras el frugal almuerzo sacrificaron una cabra a la que despellejaron teniendo ocasión de aprender a curtir la piel y emplear las vísceras para hacer cuerdas. Para cenar dieron buena cuenta del hígado del animal teniendo que desechar los pulmones y el páncreas por el peligro de las infecciones. Tras el hígado, el menú se completó con infusiones de aromáticas y mejorana. La noche tampoco les trajo descanso, pues iniciaron una marcha nocturna en la que la mitad de los alumnos son dispersados unos de otros para que pasen la velada en soledad. A media noche unos zorros merodearon por la zona atraídos por el olor de la carne y sus ruidos no dejaron dormir a casi nadie.

El desayuno del día siguiente volvió a ser una infusión de aromáticas, afanándose todos esa mañana en las técnicas para el salado y la conservación de truchas. Nada se desperdicia del pez, pues la cabeza y las raspas se utilizan para hacer un caldo. Con el resto se preparan revueltos. También se enseñó a tostar cebada y hacer un café triturando aquella semilla con un molinillo de circunstancias. También se continuaron las tareas par el encurtido de pieles. Se rotan los roles entre los equipos para que todo el mundo se afane en todo, unos buscan comida, otros mejoran el horno, arreglan el refugio, preparan instrumentos primitivos de caza.

Se inician también en la talla de piedras de sílex, como sus abuelos cromañones de Atapuerca, y de las lascas ven surgir con asombro puntas de flecha, rascadores para quitar la carne de la piel, punzones, algún cuchillo o al menos, algo que se le parece. También aprenden a manejar propulsores y azagayas, primeras técnicas de caza del hombre primitivo para aumentar el alcance y la precisión de sus lanzamientos.

Se procede al ahumado de carne para su conservación y posterior consumo. Durante la noche se invierten los papeles y la otra mitad que quedaba pasa la madrugada al sereno bajo el abrigo de la soledad y las estrellas. También se enseñan los rudimentos de la orientación identificando las referencias estelares y caminando durante horas midiendo distancias y siguiendo el rumbo.

Otro día cambiaran de zona. Ya se nota el cansancio acumulado, el desgaste y las tripas vacías. Después de dos horas y media de marcha llegan a los Bermejales. Comerán la trucha salada y la carne ahumada. Construirán un refugio de circunstancias, esta vez colectivo, ahora se favorece la convivencia, compartir las experiencias y las sensaciones, todos quieren hablar al mismo tiempo. Ese noche no hay actividad prevista y duermen del tirón y si ya han aprendido que la mejor salsa es el hambre y que el mejor colchón es el sueño.

Llega el domingo, último día. En la presa de los Bermejales los alumnos se enfrentarán al medio acuático. Para atravesar nadando el agua helada harán estancas sus mochilas y soportarán estoicamente el frio que atenaza los miembros. También utilizarán pasos de circunstancias, cuerdas por las que atravesarán pasos impracticables guardando el equilibrio a considerable altura. También bajaran en rapell una caída de 40 metros. Se prepara un guiso en el mismo aliviadero del pantano.

No puede faltar el Juicio crítico. Coinciden en el carácter socializador de la experiencia debido a la estrecha relación que se crea entre todos. Para afrontar estas tareas desconocidas en un entorno diferente al habitual, se han visto obligados a colaborar en grupo. Desde la perspectiva de la psicológica es muy importante en el alumno sometido a estas pequeñas adversidades e incertidumbres la mejora del comportamiento afrontativo, la percepción de autoeficacia conductual, la experiencia del estrés, la ansiedad y los estados de alerta en condiciones de aislamiento.

La tarde del domingo regresan todos a Granada en autobús.

Esta fase es un parcial (Bosque) del curso de experto universitario en técnicas de supervivencia en la naturaleza que consta de cinco módulos: Alta Montaña, Bosque, Mar y litoral, Desierto y Zonas Áridas, Final Experto.

Es muy significativo que este curso sea el único de esta naturaleza reglado por una Universidad.