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El Paso de Sabzak (II)

Capitán Iván San Miguel

RI "Tenerife" Nº 49

 

La mañana del 2 de septiembre del año 2009 se levanta envuelta en calma en las cercanías de las minas de Haman. Bien sabemos ya que el paso de Sabzak, que une las provincias de Badghis (en el Norte) y Herat (en el Sur),es una ruta vital para el tránsito logístico entre esas provincias...

 

Ante el incremento de los ataques en Sabzak se decidió llevar a cabo una operación para proporcionar seguridad y tranquilidad a sus habitantes. Esta misión se asigna al Grupo Táctico Español de Apoyo a las Elecciones (GTAPOEL). Se turnan para su ejecución por períodos de 4-6 días, dos compañías, una procedente del Regimiento de Infantería “Canarias” nº 50 y otra procedente del “Tenerife” nº 49.

Con los colores que pinta el destino y esos dados que juegan con el futuro, la mañana del 2 septiembre de 2009, la compañía procedente del Regimiento “Tenerife” nº 49, concretamente de su Batallón “Albuera” recibe orden de establecerse en la zona.

Huelen el polvo, reconocible desde ese momento a sus sentidos para siempre; ven el humo que, compañero siempre de esos lugares atrapados por la violencia, emborrona de gris el paisaje; y las montañas los envuelve en una sensación de altura y de peligro que los perseguirá durante dos días.

El capitán San Miguel va al mando de la Compañía “Albuera” que, con un despliegue muy amplio, tiene la misión de controlar tanto el collado del paso de Sabzak como la zona de las minas, a unos 4 kilómetros al Este.

Pronto empieza un fuego nutrido de fusilería y cohetes, inicialmente en el sur, sobre la 1ª Sección y el Puesto de Mando, y después también sobre la Sección de Armas. En seguida se desencadena el movimiento y el fuego.

La 1ª Sección maniobra para intentar neutralizar los orígenes de fuego, mientras se ordena a la Sección de Armas que, en la zona norte, ocupe posiciones adecuadas en previsión de apoyar por el fuego a la sección que está en más apuros que ya se ha declarado TIC (Troops in Contact). Nadie ignora las sensaciones que envuelven a un soldado cuando se declara en contacto con el enemigo; en ese momento toda la instrucción y adiestramiento anterior se vuelve breve y la tensión trae, de pronto, a la mente toda la teoría y la práctica ejercitada durante tanto tiempo en maniobras, que sale a la luz como una suma de actos reflejos.

El Paso de Sabzak (II) 

Tras unas dos horas y media de combate, la 1ª Sección toma posiciones de ventaja y el enemigo abandona la zona. Asimismo, se reconocen las inmediaciones con el fin de encontrar un paso viable entre las zonas norte y sur.

La radio se llena de apelativos, esos apodos que cuando suenan por el aire salidos de las radios dan la confianza de que siempre hay alguien cerca, y la acción conjunta está garantizada: 5V, 1A, EA, Arandela, Kent, Tánatos, Animal, Kiriki, Sparring, Barni, Ompare, Apache, Pony, Gato, Reyes, Pumu, Pumba, Dragon…

 

Un buen militar

 

En ese momento, el tirador de precisión, y de apelativo Sparring, y 5V, suben, en el revuelo del combate, a un collado, para tener mayor visibilidad, y controlar, desde un punto más elevado, el movimiento y el fuego que está teniendo lugar. Poco antes de alcanzar la cota, Sparring, con esa innata intuición que tienen los buenos soldados, se echa sobre 5V, para evitar que una ráfaga de ametralladora los alcance. El capitán sabe que en combate siempre es un seguro tener cerca a alguien como Sparring.

El Paso de Sabzak (II)

Mientras, en la zona norte, la sección de armas mantiene las posiciones para fijar al enemigo, hasta que lleguen en su apoyo las otras secciones desde la zona sur. 5V, en el fragor del combate, recibe la noticia de que Apache ha sido herido. Rápidamente se contacta con el puesto de mando para su evacuación, mientras la batalla no ceja. 5V se queda más tranquilo cuando ve subir a Apache, fumando y sonriendo mientras sangra, en el helicóptero de evacuación médica. Nadie de la Compañía ha fallado. Nadie se ha olvidado, a pesar de las circunstancias que rodean los combates, de ninguna de las órdenes que se dieron a primera hora y que siguen volando de radio en radio.

Cae la noche y se concentran en la base de patrullas “Málaga”. Allí se restañan las heridas, que no son pocas, y comienzan a prepararse para los nuevos combates que el viento traerá cuando pase la madrugada. Los vehículos también han llegado “heridos” y los mecánicos de Arandela hacen un milagro nocturno, que la noche es aliada o enemiga dependiendo del alma del soldado, logrando recuperar varios de ellos, muy dañados ese día. Durante la noche, es necesario volver a realizar un nuevo y completo planeamiento. Están cansados, muy cansados.

De madrugada, con más munición y piezas de repuesto, que la logística tampoco descansa, llega Dragón y el resto de la sección que estaba en Qala-I-Naw. La noche pasa tranquila aunque, de alguna manera, intuyen que el enemigo está cerca, está muy cerca; lo trae el viento fresco de la madrugada y la poca luna que deja verse. Igual de cerca está ya la luz del día 3 de septiembre, cuando empiezan a despertarse aquellos que les tocó dar la última cabezada, mientras sus compañeros hacían guardia enfrentándose a los sonidos y a la noche.

El capitán decide dividir la compañía en dos grupos, A y B. En vanguardia irá el grupo A, con restos de las dos Secciones y el Puesto de Mando de la Compañía, donde van 5V, 1A, EA, Ambulancia y Arandela y, a retaguardia, a unos 1.500 metros, el grupo B, con el resto de la Compañía.

Varios problemas mecánicos de los vehículos retrasan su salida, pero finalmente inician el movimiento, en un ambiente de calma tensa donde la ausencia extraña de civiles por la zona les hace presagiar el peligro inminente. Si no se ve nada es que se esconde todo.

Pronto EA, localiza un “jinete” armado, como si se mezclaran distintos siglos en un mismo espacio, a unos 3,5 kilómetros en una cresta militar al este de su vanguardia. Continúan el movimiento con las máximas precauciones, conscientes de la cercanía del enemigo y sabiendo que el día anterior no ahorró fuego ni violencia sobre ellos.

Así, al descrestar la última divisoria vuelven a recibir fuego; primero de la zona norte, luego de la este y, finalmente, también de la sur. Pero la Compañía “Albuera” tiene una misión y combatirá hasta cumplirla, respondiendo al fuego con más fuego.

El consumo de munición empieza a ser alto y, ante lo escarpado del terreno y la persistencia del enemigo, 5V decide asaltar sus posiciones para desalojarlos de ellas. Mental y físicamente cruzan varias líneas rojas, ese Rubicón particular al que debe enfrentarse todo soldado dispuesto a la victoria; pero la fortaleza y decisión de los miembros de la compañía, que se ve en sus caras y su permanente actitud, hace que el peso de las decisiones sea más liviano. Ellos son lo más valioso de la unidad y, a la vez, la mejor fuerza de combate mental y física que se podría tener. «Si los soldados que vienen conmigo no pueden hacerlo, no lo puede hacer nadie —piensa el capitán San Miguel—; con ellos lo podemos todo». Despliegan firmes en su decisión, enfrentándose al fuego enemigo, mientras no dejan de disparar. Les cuesta mucho identificar los orígenes de fuego porque están muy pegados al terreno, tapados con mantas recubiertas de arena y dueños de muy buenas posiciones, de las que deben ser desalojados.

 El Paso de Sabzak (II)

Fijan por el fuego el área norte. Siguen silbando balas por todas partes; caen los primeros RPG, uno muy cercano al vehículo de V5. Pumba, el soldado Jorge, el tirador, lo oye venir y se agacha justo a tiempo diciendo: “¡ahí viene, ahí viene!” Acto seguido, toma de nuevo su ametralladora pesada y responde con todas sus fuerzas al enemigo.

1A y Barni se sitúan prestos a ambos lados del vehículo, que Cristo conduce con la pericia y el aplomo que le da su veteranía y las muchas horas de conducción. Pumu, desde el vehículo VAMTAC de 1A maneja con mucha soltura y precisión su arma principal y poco a poco consiguen avanzar tomando posiciones más al este del paso. «¡Vamos, vamos, que se mantenga el apoyo por el fuego!» Allí se ve a Pony, a Gato,..., todos los vehículos del grupo A avanzan muy despacio, disparando sobre las posiciones enemigas; sin duda los tiradores del arma principal ya se perfilan como los grandes protagonistas de la jornada. Ellos y los corazones que los guían.

 

Fijando al enemigo

 

En este punto 5V declara TIC y ordena al grupo B que les sobrepase por la izquierda y avance por el sur todo lo que pueda, mientras los del grupo A fijan al enemigo de la zona norte y la este.

Kent, seguido de Tánatos, avanza con ímpetu ante un fuego muy nutrido que llega desde posiciones muy bien disimuladas y preparadas. Silban las balas por todos lados. Kiriki, Animal, Ompare, Dragón, Pelayo…todos se coordinan como un solo elemento de combate y avanzan y avanzan; y, finalmente, toman las posiciones del sur.

El Paso de Sabzak (II)

Los que han desembarcado, que no hay asalto sin desembarco, oyen las voces de los enemigos y se pegan al terreno haciendo un fuego imprescindible para desalojarlos de sus posiciones. Los insurgentes también pueden oírlos a ellos y saben que pronto los tendrán encima. Y esa mañana han descubierto que con ese tipo de soldados no caben apuestas ni bromas.

Las armas principales de los vehículos apoyan a los que han desembarcado de forma sostenida a pesar de estar recibiendo un fuego enemigo preciso y concentrado. Los tiradores de los vehículos son fundamentales en este día, algunos de sus escudos balísticos presentan hasta 4 impactos y son centímetros los que separan estos agujeros de sus corazones, que son los que de verdad empuñan las armas y disparan sin cesar para acallar a un enemigo que cada vez se muestra más tímido.

A este enemigo, los soldados españoles le reconocen una destreza y valor encomiables, pero finalmente cede ante el decidido empuje de la 1ª Compañía del Batallón “Albuera”, firmando una derrota que la deja dueña del campo de batalla, al conquistar las alturas que lo dominan, antes aún, de la llegada de los medios aéreos. Están muy cansados y saben que aún les quedan unas horas de combate, casi hasta el ocaso. Pero ahora la iniciativa es suya y el enemigo combate desde posiciones de muy difícil defensa.