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martes 2 de mayo de 2017

Número: 28

El General Jefe de la Brigada de La Legión asiste al aniversario de la Legión Extranjera

Un momento del acto

Un momento del acto

Junto al monumento a los caídos

Junto al monumento a los caídos

El pasado 30 de abril en en la ciudad francesa de Aubagne, sede del 1º Regimiento de Caballería de la Legión Extranjera perteneciente a la 6ª Brigada Ligera Blindada, se celebró el tradicional Aniversario de la “Batalla de Camarón”, acaecida en México en 1863.

El Jefe de la Brigada “Rey Alfonso XIII” II de La Legión, general de brigada Juan Jesús Martín Cabrero y el Jefe del Estado Mayor de la BRILEG, teniente coronel Rafael Sánchez-Barriga Marín fueron invitados a dicha celebración, que consistió en una parada militar, una comida oficial y una posterior visita al Museo de La Legión Extranjera. Al evento acudieron también otras personalidades civiles y militares acompañando al Comandante Jefe de la Legión Extranjera, General de División Maurin.

La Legión Extranjera fue creada por orden del rey Luis Felipe de Orleans el 9 de marzo de 1831, para agrupar en un solo lugar a todos los extranjeros que en ese momento servían en las fuerzas armadas francesas. Fue una pieza importante en la política colonial de Francia, y luchó entre otros teatros en Indochina y Argelia o incluso en España. Participó en varios enfrentamientos importantes de la Segunda Guerra Mundial.

Batalla de Camarón

Fue el 30 de abril de 1863 en Méjico el día en que la Legión Extranjera ganó su aura legendaria. Una pequeña patrulla al mando del capitán Jean Danjou, compuesta por 62 soldados y 3 oficiales, fue atacada y sitiada por cerca de mil soldados mejicanos, organizados en tres batallones de infantería y de caballería. La sección de La Legión Extranjera fue obligada a defenderse en la Hacienda Camarón y, a pesar de lo desesperado de la situación, lucharon con gran valor. Cuando apenas quedaban 6 legionarios sobrevivientes, ya sin municiones y ante lo desesperado de la situación, calaron las bayonetas y atacaron. Los mejicanos realizaron una descarga, hiriendo a varios de ellos, por lo que no tuvieron otra opción más que entregarse. El general mejicano Francisco Milán quedó tan impresionado con el destacamento del capitán Danjou que asignó una guardia para escoltar lo que quedaba del batallón de regreso a Francia.