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Regimiento de Infantería 'América' 66, de Cazadores de Montaña

Armas del AMÉRICA 66

Noticias

miércoles 8 de junio de 2016

Número: 094

La revista The White Side publica un reportaje "América 66"

Liderazgo en la montaña

El teniente Jayme supervisa el paso de las patrullas.

El teniente Jayme supervisa el paso de las patrullas. (Foto: RCZM 66)

El teniente comprueba los datos de sus patrullas.

El teniente comprueba los datos de sus patrullas. (Foto: RCZM 66)

El teniente Jayme.

El teniente Jayme. (Foto: RCZM 66)

Cuando el Teniente Jayme entraba por la puerta del acuartelamiento de Aizoáin (Navarra), donde tiene su base el América 66, los hombres del regimiento salían para Afganistán. Los cazadores de montaña marchaban a cumplir con su deber como antes lo habían hecho en Bosnia, Albania y Kosovo.

''Escuché el himno de los Cazadores de Montaña muchas veces cuando era pequeño”, cuenta el teniente Jayme (Jaca, 1987). Su padre también era militar y él ha seguido sus pasos. Ingresó en la Academia General Militar de Zaragoza y después de tres años marchó a la de Toledo, donde cursó dos años más. Esquía desde niño y es aficionado a la montaña. El América 66 fue su destino.

“Para mí, mi carrera está abocada de una manera o de otra a estar relacionado con la montaña”, explica. Desde hace año y medio forma parte de la SERECO, la Sección de Reconocimiento del América 66. Antes de ingresar en la milicia, el teniente Jayme tenía una visión diferente a la que tiene ahora. Los recuerdos de su padre eran las historias de un Ejército que ha ido cambiado en las últimas décadas. A día de hoy, el teniente vive en primera persona su propia vida militar: “Es muy difícil explicar con palabras lo que con sentimientos uno lleva dentro durante muchos años. Es una cosa que hay  que vivir para poder sentirla”.

La vida militar tiene un componente de sentimiento, pero poco lugar para el romanticismo. “La nieve para mí implica únicamente una fase del combate”, explica. Se trata de una fase dura, quizá la más extrema, en la que las bajas temperaturas pueden afectar a la moral y  la ambición de la tropa. Aquí entra el teniente Jayme en acción. Su misión es la propia de un líder, sus palabras, un tratado sobre el liderazgo que recoge la sabiduría acumulada tras siglos de batallas. “Una de las enseñanzas que nos inculcan en la academia es que mandar es mandar con el ejemplo. Yo no le puedo estar diciendo a un soldado que llegue pronto y  ser siempre el último. No le puedo decir a un soldado que traiga siempre las botas limpias y tú aparecer con las botas siempre sucias”.

Cuando me llama el capitán yo salgo corriendo, cuando yo llamo a un soldado, el soldado tiene que venir corriendo. Es recíproco: si el soldado ve que tú vas andando, no le va a salir de dentro venir corriendo, aunque tú se lo pidas. No sé si me explico”. El teniente Jayme acaba sus respuestas siempre con la misma coletilla: “No sé si me explico”. Su sección cuenta a su vez con tres suboficiales: tres sargentos. Cada uno de los sargentos manda un pelotón de ocho hombres: seis soldados y dos cabos. Sale a tres soldados por cabo. Cuando el teniente da una orden, esta se transmite a lo largo de la cadena de mando. Es el único teniente de su sección. “Muchas veces lo que es mi profesión, que es el mandar, conlleva la soledad del mando”.