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jueves 16 de mayo de 2019

Número: 059

El Real Colegio de Artillería fue fundado el 16 de mayo de 1764

Entrada Alcázar de Segovia (Foto:ACART)

Entrada Alcázar de Segovia (Foto:ACART)

Alcázar de Segovia (Foto:ACART)

Alcázar de Segovia (Foto:ACART)

Patio de Orden Academia de Artillería (Foto:ACART)

Patio de Orden Academia de Artillería (Foto:ACART)

La Academia de Artillería de Segovia fue fundada el 16 de mayo de 1764 como Real Colegio de Artillería en el Alcázar de Segovia, en tiempos de Carlos III, a iniciativa del Conde de Gazola, Inspector del Cuerpo de Artillería y su primer Director. Se trata del Centro Docente militar en activo más antiguo del mundo.

La existencia del Real Colegio fue producto de una larga y natural evolución de otros centros relativamente análogos que desde siglos atrás existieron en España.

Don Félix Gazola, conde de Esparavara, Ceretolandi y Macineso, nacido en San Pablo, Obispado de Plasencia en Italia, militar de sólida formación científica, humanística y matemática, sirvió en el Ejército del Reino de Nápoles, siendo Rey Carlos III, llegando a ser Comandante General de su Artillería. Cuando el Monarca lo fue de España (1760) lo admitió a su servicio con el mismo grado de Teniente General que ostentó en el reino de Nápoles y poco después lo nombraba inspector general de Artillería e Ingenieros.

El 16 de mayo de 1764 tuvo lugar con toda solemnidad la inauguración del Real Colegio de Artillería de Segovia, con 60 cadetes y en presencia de la nobleza, el clero y las autoridades de Segovia.

El día de la inauguración, el padre Eximeno, de la Compañía de Jesús, profesor del Real Colegio, pronunciaba el discurso de apertura, sobre La necesidad de la teoría para desempeñar en la práctica el servicio de S.M.: Teoría y Práctica, un hermoso lema para iniciar su vida este centro del saber y del honor, primera Academia Militar de España, en el sentido moderno, y una de las primeras del mundo.

La vida del Colegio, en general, se regía por un reglamento, cuyo fin principal consistía en inculcar a los alumnos, una excelente disciplina, rectitud de las costumbres, ejemplar pundonor, unidos a una profunda religiosidad. Quizás pueda encontrarse en el origen del espíritu del Colegio alguna faceta característica de la Compañía de Jesús, especialmente la unión, el afán de perfección y el sacrificio del bien individual por el colectivo, espíritu éste que recuerda la frase que figura en el pasillo principal de la Academia: “Todos para cada uno, y cada uno para los demás”. Dicho reglamento regulaba el sistema y los requisitos que debían reunir los aspirantes a plaza en la Compañía de Caballeros Cadetes, quienes tenían que presentar un Expediente de Pruebas de Nobleza. Solo la nobleza tenía acceso a una formación que ni siquiera se impartía en las aulas de la Universidad española en el siglo XVIII. La edad de ingreso estaba fijada en los doce años.

En referencia a la enseñanza, prácticamente, hasta mediados del siglo XIX, en los primeros cursos solo se estudiaban Matemáticas, Física, Química y Dibujo, reservándose para el último o los últimos, el estudio de las materias concernientes a la Artillería, denominados cursos de aplicación. Se trataba de aplicar en la Práctica lo que se había aprendido en la Teoría. La formación se completaba con cursos de gimnasia, esgrima e incluso de baile.

Los exámenes, hasta 1886, siempre fueron orales y con preguntas al azar, celebrándose, hasta 1850, en traje de gala y ante la Junta Gubernativa, montándose una guardia de cadetes en la sala donde se celebraban.

En los primeros años del Colegio, los alumnos que repetían curso una o dos veces, la Junta de Gobierno invitaba a su familia a que lo sacase del Colegio, permitiéndoles, no obstante, seguir siendo militares y marchar a continuar su mérito a otros Cuerpos.

El 6 de marzo de 1862 un terrible incendió destruyó el Alcázar, por lo que los cadetes fueron trasladados, quedando alojados en el convento de San Francisco; antiguo convento, el de San Francisco, que en virtud de la desamortización de 1836, había pasado a poder del Estado y el  Ayuntamiento de Segovia solicitó que pasase al ramo de la Guerra.