Ejército de Tierra

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EL FUSIL SISTEMA GARCIA SAEZ

PIEZA Nº 1973-19: Fusil de retrocarga sistema García Saez, para cartucho combustible de cebado independiente. Marcas de la Fábrica de Oviedo en la llave y en el cañón, fechado 1863, marcas de origen belga en el cierre, número 143 estampado en la culata. Cañón longitud 780 mm, calibre 14,6 mm., longitud total del arma 1.248 mm.



El sistema de retrocarga que utiliza, como alojamiento de la recámara, un cilindro dispuesto verticalmente al cañón, suele denominarse “Lorenzoni” rememorando al arcabucero florentino que mediado el siglo XVII lo aplico en la construcción de armas de repetición. En el sistema García Saez constituye una de tantas variantes del Lorenzoni, limitada su aplicación al diseño de un arma de retrocarga. Mediado el siglo XIX se tenía consciencia de que los armamentos de retrocarga no habían de tardar en equipar al Ejército, y entre los nacionales presentados, el ofertado por el inventor D. Cosme García Saez mereció especial interés. En octubre de 1863 se informaba sobre las pruebas realizadas con una tercerola de este sistema, que se decían totalmente satisfactorias, y seguidamente se aprobaba la construcción de 500 fusiles, para ser probados por tropas en condiciones reales.
Comenzaron entonces los problemas, la construcción de los cierres de este sistema requerían de un equipo del que se carecía en España, y su manufactura hubo de contratarse en Bélgica a la firma “J. Jaspar”, que se retrasó en su entrega, las restantes partes del arma se produjeron en la Fábrica de Oviedo, y cuando en 1865 las 500 armas estaban concluidas, se renunció a su experimentación por innecesaria, dado que el sistema se sabía ampliamente superado por los que ya utilizaban cartuchería metálica.

En el diseño de armas de fuego, Cosme García Saez (1818-1874) se iniciaría hacia 1857, que como “García el riojano” (era natural de Logroño) y “constructor de máquinas”, registro una denominada “escopeta relámpago”, a la que siguió un sistema de retrocarga en 1862, y por último, en 1863, aquel que conoció la producción de 500 unidades.
Este inventor no limitó su ingenio al desarrollo de las armas, en 1856 registró una máquina mediante la que agilizar el proceso de sellado de la correspondencia (matasellos – fechador), que le supuso considerables ingresos al ser adoptada por la Dirección General de Correos, equipando todas las Administraciones.
Menos provechosos resultaron sus diseños de “bote sumergible” y “aparato-buzo”, con que García Saez definió a sus submarinos, contemporáneos con el “Ictíneo” de Monturiol. El primer submarino de García Saez se probó en Barcelona en junio de 1858 y el segundo lo fue con éxito en Alicante, el 4 de agosto de 1860, pero el inventor fracasó en su intento de que el Gobierno le prestara ayuda para proseguir en este campo.

Textos y fotografias de Juan L. Calvó